Aunque existieron al menos 2 dispositivos alemanes
para codificación en clave durante la Segunda Guerra Mundial además de la
Enigma, la enorme popularidad de esta máquina la han vuelto tema recurrente en
los libros de historia en los que, en algunas ocasiones, se han distorsionado
sus alcances y usos. Este es un intento por narrar, de la forma más objetiva
posible, el funcionamiento y las características de la máquina codificadora más
famosa de la Segunda Guerra Mundial.
Introducción
Los ingredientes principales para que
Alemania se adueñara de Europa a fines de los 1930s estaban todos en su sitio:
un ejército numeroso, bien motivado y bien entrenado; un ambicioso líder y un
excelente plan de ataque.
Pero todo ejército requiere tener sistemas
seguros de comunicación para que el enemigo no se entere de sus planes y
estrategias, y los alemanes no podían ser la excepción. Para asegurar que sus
mensajes interceptados no fueran descifrados, la milicia germana hizo uso de
tres dispositivos distintos durante la Segunda Guerra Mundial:
·
La
Fuerza Aérea y la Marina usaban una máquina llamada Enigma, fabricada por la
compañía Heimsoeth & Rinke; además usaron la Geheimschreiber SFM
T52, fabricada por las empresas Siemens y Halske [1].
·
El
Ejército utilizaba, además de la T52, el denominado Schlüssel Zusätz
(SZ), el cual se conectaba a sus máquinas de teletipo [1].
La Enigma se usaba para cifrar en clave el
código Morse que se transmitía por radio y se aplicaba normalmente a los
mensajes cotidianos del ejército. El SZ se usaba para enviar mensajes mediante
teletipo a los diferentes cuarteles del ejército. La Geheimschreiber,
por su parte, estaba reservada para los mensajes del alto mando, los cuales se
transmitían normalmente por líneas especiales, lo que hacía más difícil su
intersección.
En esta ocasión, hablaremos únicamente de la
Enigma que, aunque era la más simple de las 3 máquinas criptográficas antes
mencionadas, ha sido la más documentada y mitificada de todas en la literatura
popular y especializada.
La Enigma
Resulta irónico que la máquina codificadora
más famosa de la Alemania nazi haya sido inventada (en 1919) por un holandés:
Hugo Alejandro Koch [2]. Koch vendió después su patente al ingeniero alemán
Arthur Scherbius, quien, tras algunos cambios, intentó comercializarla en 1923,
esperando que fuera utilizada por las empresas (por ejemplo, los bancos) para
ocultar sus mensajes de la competencia. Sin embargo, hubo poco interés en el
invento y Scherbius decidió entonces acudir al único lugar donde pensó que su máquina
sería apreciada: el ejército alemán.
Aunque al principio el ejército no mostró
mucho interés en la Enigma, tras una serie de mejoras efectuadas por Scherbius
y el mismo personal de inteligencia alemana, acabaron por adoptarla en 1928.
La versión militar de la Enigma constaba de 5 componentes variables:
1. Un tablero de
conexiones que podía contener de 0 a 13 cables duales (es decir, de 2
conectores).
2. Tres rotores
secuenciales, ordenados de izquierda a derecha, que conectaban 26 puntos de
entrada a 26 puntos de salida, colocados en caras opuestas de un disco.
3. Veintiséis
incisiones en la periferia de los rotores, las cuales permitían al operador
especificar su posición inicial.
4. Un anillo movible
en cada uno de los rotores, el cual asociaba un número (del anillo) con una
letra del rotor que tenía a su izquierda.
5. Un semirotor
reflector (que realmente no se movía), que servía para asegurar que las
entradas y salidas quedaran sobre los puntos de contacto adecuados.
El funcionamiento básico de la Enigma era realmente muy simple. Los
rotores se encargaban de reemplazar una letra del mensaje por otra. Cada vez
que se escribía una letra, el primer rotor giraba 1/26 de una revolución, de
manera que la letra pudiera ser sustituida por otra, dependiendo de la posición
inicial de la máquina y la forma en que los rotores estuvieran conectados. El
segundo rotor sólo se movía cuando el primero hubiese rotado 26 veces y el
tercero hacía lo propio cuando el segundo hubiese girado igual número de
posiciones. Esto implicaba que la Enigma usaba un sistema polialfabético,
porque la misma letra podía ser sustituida por varias letras distintas a lo
largo de un mensaje. Por ejemplo, una 'A' podía ser codificada como una 'M' al
principio de un mensaje y más adelante (en el mismo mensaje) ser codificada
como una 'T'. De lo anterior, es fácilmente deducible que el ciclo de los
rotores de la Enigma era de 26×26 ×26 = 17,576 posiciones [4].
Este número no era tan impresionante y
resultaba relativamente fácil enumerar todos los alfabetos posibles que podía
producir la máquina en un libro no muy grueso. Además, había ciertas
características de la Enigma que facilitaban un poco la tarea de
decodificación. Por ejemplo, las sustituciones que se realizaban eran tales que
una letra nunca podía ser codificada consigo misma. Es decir, una 'A', nunca
podía aparecer como 'A' en el mensaje en clave.
Dado que la forma de descifrar un mensaje era
colocando los rotores y conectores en la misma posición inicial que había usado
el que lo puso en clave, para decodificar un mensaje del que no se sabía esta
información debía procederse por ensayo y error, desechando aquellas
combinaciones que resultaran absurdas (esto es suponiendo obviamente que se
contaba con una máquina similar a la que se usó para codificar el mensaje).
Claro que los alemanes sabían de las
debilidades de la Enigma, y fue por eso que la complicaron más para usarla con
fines militares. Primero, hicieron que los rotores no fueran fijos, sino que
pudieran ser reemplazables. Hasta fines de 1938 sólo habían tres rotores extra,
así que habían seis arreglos posibles que podían lograrse, con lo que las
sustituciones posibles se elevaban a 6× 17,576 = 105,456 [4].
Los anillos movibles alrededor de los rotores
también incrementaban la complejidad de la máquina. Su objetivo era asignar un
número a cada posición del rotor (la cual a su vez correspondía a una letra),
de manera que aunque se supiera cuál era la posición inicial de los rotores, el
mensaje no podría descifrarse si no se conocía la posición física de los
anillos. Claro que sí se podían deducir las posiciones relativas entre dos
letras, lo cual resultaba de ayuda, pero este aditamento indudablemente hacía
la tarea de decodificación más difícil.
Pero lo que realmente distinguía a la Enigma
usada por el ejército de la versión comercial era el tablero de conexiones
usado por la primera. Este tablero permitía realizar un par más de intercambios
automáticos de letras, antes de introducir un carácter a los rotores, y después
de su salida. Esto se lograba usando cables que se conectaban en los dos
extremos de la máquina (a la entrada y salida de los rotores). Hasta fines de
1938, los alemanes conectaban normalmente sólo unos seis o siete pares de
letras de esta manera, pero eso era suficiente para que hubieran
1,305,093,289,500 maneras distintas de conectar estos cables en el tablero, por
cada uno de los 105,456 estados de los rotores .
Los alemanes confiaban en que la Enigma era
suficientemente segura para enviar sus mensajes cotidianos que se transmitían
por radio, usando código Morse. Estaban equivocados.
En julio de 1939 los servicios de
inteligencia de Inglaterra y Francia fueron invitados por su símil de Polonia a
una reunión ultra-secreta. Ahí los ingleses descubrieron con asombro que un
grupo de criptógrafos polacos, encabezado por el matemático Marian Rejewski,
había estado decodificando desde 1932 los mensajes secretos que los alemanes
transmitían con la Enigma, cuya codificación en clave había resultado
impenetrable para los ingleses.
Cuando los alemanes complicaron más el código
de la Enigma en 1938, los polacos construyeron unas máquinas de relevadores
llamadas "bombas", las cuales simulaban el movimiento de los rotores
de la Enigma. En la reunión antes mencionada, los polacos decidieron compartir
la información que tenían con Francia e Inglaterra, ante el inminente estallido
de la guerra.
El equipo de criptógrafos británicos que
trabajara en Bletchley Park pronto adoptó la máquina polaca, pero ante
las posteriores complicaciones que los alemanes introdujeron a la Enigma en
1939, fue necesario perfeccionarla.
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